María Yuste
Editor SeniorTDAH, TEPT, TEAT... Antes de la llegada a nuestras vidas de las redes sociales no estábamos muy educados sobre algunos trastornos y condiciones de los que ahora hemos aprendido mucho sin ni siquiera haber tenido que levantarnos del sofá. Sin embargo, con su divulgación y visibilización masiva, sus diagnósticos también han experimentado un aumento casi exponencial. Sobre todo entre los jóvenes. Es por ello que Alastair Santhouse, neuropsiquiatra del prestigioso hospital Maudsley en Londres, ha planteado en su libro 'No More Normal' una gran preocupación: la medicina moderna, aunque con la mejor de las intenciones, podría estar diagnosticando equivocadamente trastornos mentales donde simplemente hay respuestas humanas normales ante las dificultades de la vida.
El riesgo de etiquetar como enfermedad la experiencia humana. Aunque ahora existe un menor estigma y ha aumentado la empatía hacia quienes tienen algún tipo de condición psicológica, también hay más propensión a "medicalizar la normalidad". De este modo, Santhouse defiende que superar obstáculos, tolerar el malestar o simplemente sentirse mal, no siempre requiere ni de un diagnóstico ni de un tratamiento. A veces, lo que parece un trastorno es, simplemente, vivir y patologizarlo podría estar impidiendo el "crecimiento personal que conllevan las dificultades, la adversidad y la realidades duras", declara el doctor.
El sector privado como principal motor del sobrediagnóstico: "Si alguien cree tener un trastorno mental, tarde o temprano encontrará a alguien que se lo confirme", explica Santhouse, cuya experiencia personal le ha llevado a atender a numerosos pacientes que acuden a él después de pasar por una clínica privada que confirmó erróneamente un diagnósticos de TDAH. Esta situación no solo afecta a los individuos limitando su noción de quiénes son y cómo viven su vida, además de reduciendo el concepto de humanidad en todas sus infinitas variaciones individuales. También puede privar de recursos, ya de por sí limitados , de casos más graves y que necesiten una mayor atención.
Más diagnósticos, mayores ganancias. La salud mental en un negocio que mueve miles de millones y, por ello, según Santhouse, las grandes farmacéuticas tienen mucho que ganar al "redefinir los límites de la salud normal". Concretamente, el experto culpa al modelo estadounidense de ser el principal motor de esta visión en la que ganar más dinero va antes que el juramento hipocrático, como bien demostro ya con la crisis de los opiáceos. A ello, no obstante, se le suma el auge de nuevos "trastornos" como la ortorexia o la vigorexia, y el uso frívolo e indiscriminado del concepto de trauma.
No todo tiene siempre una respuesta médica. Eso sí, no se trata de negacionismo ni de restar importancia a los trastornos reales, Se trata de pedir prudencia y humanidad a la hora de diagnosticar. De reivindicar una psiquiatría realista y empática, que no confunda tristeza con enfermedad ni venda tratamientos para emociones que, a veces, simplemente necesitan tiempo para sanar solas y, de paso, dejar una cicatriz en forma de lección.
Foto de portada | Ivan Le y Dr Alastair Santhouse
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